El ” no hay” de esta fórmula lacaniana introduce a un vacío irreductible.
Con la misma, Lacan reduce a un enunciado un largo recorrido en su enseñanza donde demostró en sus diversas lecturas de Freud que entre el goce del uno y el goce del otro, sea cual sea su sexo o género, es imposible establecer una fórmula matemática que establezca una relación proporcional entre la plusvalía de goce que ha tocado en suerte a cada existencia sexuada.
Cada uno ha de habérselas con su propio goce, con la “Plusvalía de goce” que le haya tocado a cada uno en su existencia, como dice Jorge Alemán.
Accedemos al cuerpo del otro, y podemos gozar de él, solo que ese goce es solo de uno, no se puede compartir, igual que no podemos compartir nuestros cuerpos, yo gozo del mío, aunque sea “ultilizando el tuyo” de alguna manera, pero solo del mío en el mío, es mi cuerpo donde gozo, de ahí que digamos el “goce es uno”.
Por lo mismo, el No hay relación sexual no es una fórmula binaria, no se trata de hombres o mujeres, se trata de un vacío que de modo estructural acompaña a cualquier elección de género .
Maricas, lesbianas, trans, andróginos, travestis,etc están habitados y atravesados por el vacío del No hay.
Ese vacío es constitutivo del ser humano hablante, sexuado y mortal. Alrededor de ese vacío es que nos constituimos como “seres hablantes”.
Hay algo, en la entrada del lenguaje, particular y contingente para cada cuál, que se pierde para siempre.
Es esa sensación, por llamarlo de alguna manera, que nos acompaña toda la vida, de que algo falta, algo que no está, algo que nunca estará, y que no se puede llenar de ninguna de las maneras.
Es alrededor de ese vacío, que cada uno se las arregla para ser, más o menos, humano.
Por ello nadie conquista una identidad plena que se cierre y clausure a sí misma. Defender como emancipadoras las identidades del LGTBI + nunca implica cancelar ese vacío .
Entre otras cosas porque el heteropatriarcado solo fue un tratamiento hegemónico que intentó suprimir ese vacío y por ello no constituye un poder absoluto .
Tampoco el llamado lenguaje inclusivo con su torsión sobre la lengua se deshace del suplemento del vacío, ese vacío siempre presente en los caminos de nuestro deseo.
Efectivamente, ese vacío siempre está. Por lo que no somos ni totales, ni absolutos, ni alcanzamos nunca una identidad perfecta y redonda.
Hay una falla-falta en cada uno de nosotros que no nos permite cerrar del todo esa hiancia, herida primera quizá, abierta.
Como si de un bocado que nos arrancó un trozo para siempre se tratara. Esa misma, sin embargo, es también la que nos permite ser seres deseantes.
Ya que es el deseo el que puede hacerse, nunca del todo!, con ese agujero por donde siempre resurge y brota, a modo de agua de un manantial, otro y otro y otro deseo más, gracias precisamente a la falta que nos constituye.
Que sea pues el deseo el que ilumine tu camino!.
Jorge Alemán. Psicoanalista y escritor
Mila Ruiz. Psicoanalista y Artista