En la Terapia de pareja 1ª parte de este artículo hablamos sobre todo del Deseo, sus visicitudes, su relación con el Otro, y cómo nos afecta a nuestra relación de pareja.
Pero hay otra cosa que no es el deseo.
El Goce – en la Terapia de pareja
Hay goce y a este nivel uno no puede reconocerse a si mismo. Aquí es mucho más complicado reconocerse, porque entre otras cosas, no nos gusta nada que así sea, aunque es, querámoslo o no.
A nivel de Goce no hay pareja humana. A este nivel uno no tiene una pareja humana que sea del otro sexo o del mismo.
Ahí hay una demanda incesante (exigencia) que en términos de Freud se llama pulsión.
Una demanda que no se sacia como la sed, que no se satisface como el hambre, un imperativo, demanda absoluta, que no puede ser expresada en palabras, pero que es insaciable, siempre quiere más, no conoce limites, ni se termina nunca.
Esta demanda no tiene cara, ni cabeza, es acéfala.
Tampoco se aferra a la persona del otro, solo busca satisfacción en sí misma, para cerrar el bucle en si mismo mediante algo que permita al cuerpo disfrutarse a sí mismo.
Es autoerótica, y reina en el reino de uno mismo con uno mismo, su cuerpo y/o los objetos de goce que cada uno elija.
Este algo que la pulsión necesita, y que si no hay ansiedad, fue reconocido por Freud, primero en diferentes partes del cuerpo, pero también se dio cuenta de que estas partes del cuerpo eran reemplazables por señuelos, por semblantes.
¿Y qué es este señuelo?. Es el pequeño trozo de tela del que el niño no puede prescindir para quedarse dormido, y que misteriosamente le calma.
Aunque también puede ser el objeto artístico más elaborado, o el objeto tecnológico más novedoso, y así es para cada pareja esencial.
Pero no es humano. Es inhumano, o mejor dicho a-humano y no te lleva directamente a tu pareja sexual.
Es bizarro, sin duda, pero eso es lo que Freud descubrió, y lo que retomamos en el psicoanálisis más actual: que esta la cara del deseo y la cara del goce y que estas dos caras no encajan naturalmente.
Hay un abismo, una grieta entre las dos. El erotismo, como dicen, no es una sola pieza. Esta dividido.
Sobre las palabras de Jacques-Alain Miller