Reflexiones de Psicología. Por medio del Psicoanálisis puedes llegar a conocer y resolver lo que obstaculiza el disfrute de tu vida. Psychology reflections. Through Pshychoanalysis you can get to know and resolve that, which is an obstacle for the enjoyment of your life.
En el panorama doméstico del “Internet de las cosas”, una cosa está clara: no es tanto la televisión inteligente, el reloj de pulsera biométrico o la nueva IA (Inteligencia Artificial) de tu automóvil lo que constituye uno en una serie de objetos de Internet.
Tú eres la cosa. Tú eres los datos que Big Data categoriza y te vende de vuelta. Instagram es el escenario/espejo hipermoderno.
Mírate a ti mismo en línea; en línea te devuelve la mirada; te compras a ti mismo on line.
Casi al mismo tiempo que las redes sociales comenzaron a escalar, la cultura popular encontró una nueva palabra, copo de nieve.
El Síndrome especial del copo de nieve, Generación del copo de nieve y, finalmente, solo copo de nieve, nombrando el viejo problema del Uno y los Muchos.
Un día el mundo se despertó y miró hacia afuera para ver que estaba nevando.
El meme del copo de nieve, partiendo de la idea común de que “no hay dos copos de nieve iguales”, recogió varias connotaciones sociales: único, especial, individual, pero también frágil, fácil de provocar, demasiado liberal e incluso la extrema derecha conservadora.
El copo de nieve especial debe guardarse en un congelador de idiomas, un espacio seguro. Como si el calor del goce producido por el ser hablante, la colisión del lenguaje y el cuerpo, pudiera derretirlo en un instante.
Singularidades del Psicoanálisis – “Existe tal cosa como Uno”
El psicoanálisis, que estudia el Uno, los Muchos, el Otro y la Letra, tiene algo que decir sobre la tormenta de nieve contemporánea en línea.
No podemos llamarlo especial ni siquiera esencial, porque la palabra en juego se persigue en otras disciplinas que se acercan a lo real: la física, las matemáticas, el arte, la escritura.
La palabra para este número de la The Lacanian Review, una que es vital para mantener el cuerpo hablante fuera del congelador, es singularidad.
Notarás que también lo hemos pluralizado: singularidades. Las singularidades no son únicas, no son individuales, no son excepciones y ciertamente no son especiales.
Tienen menos que ver con ser algo y más con algo del Uno.
Así que abramos este Septiembre de 2021 con este ensayo cogiendo la formulación de Lacan: “Existe tal cosa como Uno’ (Yad’l’Un), para ver si podemos superar el malestar de nuestros especiales síndromes sociales”
En Terapia de pareja nos hacemos la siguiente pregunta para hacer una reflexión: ¿Crees en el amor?
La cancelación de la culturaquerría eliminar ciertas referencias imaginarias que permite decir a los niños lo que no se puede nombrar sobre el horror.
Si el beso del Príncipe Azul ya no puede ser inscrito, desde que La Bella Durmiente o Blanca Nieves ha sido dormida por un hechizo y por lo tanto no pueden dar su consentimiento, la malvada bruja o la madrastra que estragan, no están excluidas de la transmisión cultural. Adiós a los sueños de las jovencitas.
El Príncipe Azul no se podrá despertar nunca más. Solo la madre podrá continuar produciéndote estragos.
Todo lo que tenías que hacer era dejar un contrato, firmado por ti, estipulando tu salud perfecta y tu no-vulnerabilidad.
Dicho esto, cuando estés de acuerdo en comerte la manzana envenenada, ¿estabas en perfecta salud?
Te has fiado de la bruja malvada, esta madre que te ha conmovido con su bondad aparente. ¿Tenías todas tus facultades puestas en no ver, bajo esta gran bondad, la inefable bruja?
Cuando el real ya no está velado por las ficciones de la cultura popular, es la gran caída en el horror. ¡Este es el principio de realidad!
¿Qué velo puede estar por venir? Después del padre, lo que quedó es lo peor.
Así que, démonos un poco más, recuperemos algo de cultura, y volvamos a Lacan: pasemos de “cancelar la cultura” a “Lacan es cultura”.
Por eso, no hay razón para creer en el amor con Lacan, excepto si es para devolverle su dignidad. La de la transferencia, por supuesto.
En su Seminario Encore, a propósito de la sexualidad femenina, Lacan le da una nueva dimensión al amor e indica que todo amor tiende a ser contingente (parar de no ser escrito), pasar a la necesidad (no parar de ser escrito), y esto es lo que crea su drama.
El drama del amor es creer en esta ilusión, que la relación sexual puede cesar de no ser escrita, gracias a un encuentro.
Terapia de pareja: realidad vs cultura popular
Por un momento, hay una la ilusión, a través de los efectos que resultan del encuentro, que la relación sexual puede ser escrita, es un momento de pura contingencia, esa del encuentro entre dos parteners.
Esto, sin embargo, solo puede ser fallido. El amor, cogiendo el lugar de la ficción, hace posible evitar la inexistencia de la escritura de la relación sexual entre los sexos.
Hay, de hecho, dos exilios que se encuentran, por medio de una contingencia. Y el amor trata de poner un velo sobre esta contingencia, para transmutarlo en necesidad.
Cuando se levanta el velo del amor, el drama emerge: entre los seres humanos, cada uno esta exiliado de la relación sexual, y para cada uno la necesidad es la de su síntoma.
El sujeto, de hecho, lleva consigo mismo una falta de origen, esa de su exilio de la relación sexual.
Ese exilio lo llena mediante las identificaciones: “La identificación sexual viene a ocupar el lugar de la relación sexual que no existe, la que ocupa el lugar de la falta señalada por el acrónimo $.”
Lacan en su Seminario “…o peor”, hace la siguiente pregunta “¿Qué es la necesidad?” a lo que responde “diseñar […] nuestro bricolaje de día-a-día […], repitiéndolo, mediante la repetición sin descanso de este bricolaje. Esto es lo que se llama […] el síntoma”.
Lacan va a indicarnos que la inexistencia que yace bajo el principio del síntoma es el de la verdad.
Es, entonces, en el principio de la “suposición de la inexistencia” que una necesidad se inscribe.
Esta suposición de inexistencia es la de la relación sexual que no puede escribirse, el real que el sujeto confronta produciendo la necesidad del síntoma como la escritura de un goce.
El síntomaes una necesidad, una escritura que no cesa, un bricolaje en la cara del encuentro con la inexistencia de la relación entre los sexos. No cesa de escribirse en el encuentro con el otro.
Esta necesidad del síntoma orienta al sujeto al analista: “es suficiente…es más fuerte que yo”, porque el goce está en juego, no deja de escribirse, empuja la búsqueda de un saber sobre lo que pasa en el cuerpo.
La necesidad del síntoma y el saber están, entonces, vinculados; hay un saber desconocido que no cesa de escribirse en el cuerpo a través del síntoma.
Puede que no haya necesidad de amar a tu vecino, pero es necesario analizarse y en última instancia arreglártelas con tu propio exilio del saber.
Las ficciones de los cuentos de hadas, igual que las novelas, suavizan el exilio.
No hay saber, sino ficciones, una mano extendida desde el Otro para salvaguardarnos del horror de la no-relación entre los sexos mientras se espera la escritura de un bricolaje sintomático.
Parafraseando a Jaques-Alain Miller en su vídeoconferencia reciente con los colegas rusos del Campo Freudiano en ocasión de su revisión internacional: “Si borramos las diferencias entre el niño y el adulto, lo que ponemos en cuestión son los cimientos mismos de la democracia”.
Los gobiernos en Madrid, en España y mundialmente, apelan una y otra vez a la responsabilidad personal, al cuidado por los otros, a imponerse la autodisciplina pertinente.
No puede ser de otra manera.
Así lo piensa el sentido común y por supuesto el que consulta un Psicoanalista en Madrid y en cualquier parte del mundo, de hecho, la fórmula se impone por sensatez y prudencia.
El problema es que hay tres problemas que los gobiernos democráticos no pueden abordar.
Por lo que, al menos por ahora, resulta estructuralmente imposible afrontarlos, incluso más allá de los psicoanálisis.
En primer lugar,
Y ya señalado por Kant y demostrado, una y otra vez, con los que llegan a una consulta de psicoanálisis, es que el sujeto está trabajado por una sensibilidad que siempre está atraída por sus intereses particulares.
A pesar de que no se de cuenta, y se distraiga con facilidad de los imperativos de la razón práctica.
Por esta razón, es de donde quizá surge la fastidiosa y veraz fórmula de Perón:
“El hombre es bueno pero si se lo vigila mejor”.
En segundo lugar,
La lúcida observación de Freud, el cual creó el psicoanálisis hace ya más de un siglo:
“Las civilizaciones modernas progresan”.
Así lo vemos los Psicoanalistas en Madrid también, avanzan hacia una presión cada vez más fuerte de la pulsión de muerte.
Cualquier oferta de placer puede eventualmente incluir el descuido que le abre paso a la pulsión de muerte.
Hay miles de sujetos que no creen en la palabra pública del Estado, ni en Madrid, ni en España, ni en Europa, ni en otros continentes.
No es que sean negacionistas, pero en su fuero interno, es algo así como que “la cosa no va con ellos”, incluso de un modo que confina con el pensamiento mágico y se sienten inmunizados.
Aunque no puedan dar cuenta de ello.
Así lo comprobamos en la consulta de psicoanálisis, tantas veces.
En tercer lugar,
Inevitablemente lo constituyen las propias condiciones del capitalismo, las cuales exigen habitar en un presente absoluto, sin posibilidad de perspectivas históricas de futuro.
Y el famoso triunfo del “carpe diem” que tanto se escucha cuánto más catastrófica parece la situación.
De ahí la atmósfera apocalíptica que tiñe a nuestro mundo, repito, no solo en Madrid, ni España, va más allá, sin duda.
El desorden en el que la civilización occidental capitalista va ingresando exige no desatender una pregunta que surge de la propia encrucijada.
¿Pueden los gobiernos populares y democráticos construir un nuevo tipo de autoridad no represiva?
¿Pero lo suficientemente firme como para darle una nueva consistencia al ejercicio de la soberanía?
Donde la apelación a la llamada autodisciplina no constituya la última palabra en la catástrofe pandémica.
Palabras recogidas de Jorge Alemán.
Psicoanalista y escritor.
Esas y muchas otras preguntas se abren y despliegan en el trabajo con un Psicoanalista en Madrid, y en cualquier rincón del mundo donde los haya.