La naturaleza sigue sus leyes. Desde Galileo en (1564-1642), es decir hace 6 siglos, sabemos que estas leyes están escritas en un lenguaje matemático que permite descifrarlas. Un virus, como el que nos acontece, el Covid-19 también se transmite y replica con leyes muy precisas. Solo tenemos que aprender a descifrarlas, ya que son susceptibles de ser descubiertas. Sabemos igualmente que cuanto más rápidamente las descifremos, antes se las puede hacer frente, por lo que hay pues, lo que llamamos en psicoanálisis, un Real, aquí el tiempo, que está en juego y que es decisivo para su tratamiento.
En nuestro caso este Real de la naturaleza, el virus, ha irrumpido de una forma traumática, sin ningún previo aviso, como se comporta lo Real, y sin ningún sentido, como es propio de lo Real, ya que no responde a ningún querer-decir. Por ello la angustia, que a todos nos acosa en mayor o menor medida. La angustia, el afecto que no engaña, que a ninguno nos engaña, nos invade en estos días, lidiando con ella lo mejor que podemos.
Sin embargo no dejamos de defendernos de ese sin sentido que nos angustia. Así, dar un poco de sentido alivia durante un tiempo, pero, aviso, el efecto rebote suele ser peor que la falta inicial de sentido! El cientificismo quiere vencer la angustia prometiendo un saber sobre todas las cosas. La religión la vence dando un sentido, según cada religión que explica todo bien y todo mal. Y ninguno lo consigue del todo!
Aún así, quizá sea importante saber que el sentido que cada uno le acaba dando a sus días, incluidos estos en los que tan poco sabemos ni delo que sucede ni de lo que va a suceder, viene a través de lo que nos proporciona, lo que nosotros llamamos, el fantasma, esto es, nuestra elucubración fantasmática, la que cada uno de nosotros hemos elucubrado particularmente en nuestra vida, y que podemos llegar a conocer en un psicoanálisis. Ese fantasma que nos da la explicación que nos convence, de todo lo que nos pasacon respecto al mundo, la vida y los otros , y que tantas veces, sin que nos demos cuenta, resulta que nos lleva por el camino más sufriente y equivocado.
son estos días peculiares, de todas maneras, en las que hasta nuestro fantasma se tambalea y nos deja al descubierto, sin explicación que valga, con una angustia dscarnada.
Hablar de ello, sobre cómo a cada uno nos esta afectando, como cada uno nos defendemos, ante un psicoanalista, no solo alivia, te arma con tus propias herramientas quizá desconocidas, para que no te invada.